viernes, 16 de abril de 2010

Humo...



Presiento que el desayuno no entró bien; no siento nada, por eso mismo lo presiento. Calle ochenta, carrera once, diez treinta, o más tarde de la noche, un perro caliente, y a caminar se dijo; caminé una hora exacta, llegué. La calle estaba tranquila, hacía rico frío. Chapinero, subo a la séptima, está desocupada para mi. Ese beso último, quedó en el aire, allí habita bien lo adorado, la desesperación, el camino. El aire, resuelve hacerme trampa. Llegó, veo toda la vida empacada en cajas, las cajas de la vida. Es posible empacar la vida, quinientos de vida, tres en mil. Déme una docena de todos los colores, de esa y de esa, quiero tener para el cambio, por si se me funde la vida otra vez.

Como no decir que hoy es un buen día, si los míos, los que sé míos, que son pocos, son felices. Las pecas pequeñitas de mi madre, son lindas, sus ojos vivos, preocupados, llevan sobre sus parpados el peso histórico de la violencia. Ella ha enterrado tantos, yo he estado con ella en tantos entierros; entiendo no gustemos el uno del otro, como hacerlo, en conversaciones de mesa, con la comida en la boca, siempre hablamos de un entierro, del tío tal, o el primo pascual, o mi abuelo, su padre. Me preguntó por I la madre de T, la he visto últimamente, y será por eso que la caída de los últimos días ha sido desesperada. Lloramos juntos, mi vieja y yo somos un pozo de làgrimas sin fondo, será por eso que no gustamos el uno del otro. Un abrazo, es tibia, mi viejita linda, la quiero, pero quisiera quererla de mejor manera. Cuando se va, descanso. Me dice antes de subir al carro, que no quiere verme triste, que todo va a estar bien.

Camino, sigo caminando, lamento que los señores de las maquinas de humo blanco ya no operen sus armatostes; yo los imagino, los veo con sus gorros de rayas, la mancha de humo blanco, L sentada con las piernas cruzadas sobre un vagón, y nosotros saltando entre los vagones, el otro ángel y yo, el otro ángel gritando que si, que podemos llegar hasta el frente, L sonríe, volteamos a ver, ángel te abraza y te da un beso, yo los veo desde el fondo, agito la mano, los invito, ángel viene de nuevo corriendo, parece flotar, L no se mueve, nos ve, miramos a L, nos sabemos afortunados, que afortunados somos, ella nos sabe sus Ángeles.

No puedo quejarme de tener que sentir, me toca, es una obligación. Los días en la rutina de la discreción, a eso no se si podría llegar a acostumbrarme. El ritmo, la frase, la revisión de la última frase, la canción, el sistema de vaciado…this distance, quisiera escuchar cada una de sus voces, cada una, this dissolution, rasgar la voz, abrir la garganta, aire desde los laterales abdominales, like linked to memories while falling, la técnica no es difícil, lo extraño es sostener, levantar y hacer modular medios tonos, no forzar el aparato, pueden aparecer nódulos. Viene entonces la salida gutural, Surrender, i give in another moment is another eternity. No es tan difícil, escuchar la canción una y otra vez, hasta tener el tono…me divierte hacerlo mientras camino, resulta terapéutico…

Yo quise ser lo que he querido, no lo escogí, lo he sido tal vez… no entender la quietud o no ver un mandoble azul colgado en mi cinto, gritando, cargando, siendo hombres, quise eso, no lo tengo, quisimos ser hombre, en la cuna queríamos serlo y esto es lo que somos ahora, revisando la palma de las manos encontramos que no hay tierras dibujadas o hechas a fuerza de nada, somos lo que nos toca. Quise ser hombre y ya no se puede, ven, ya no hay ningún lugar donde ir, no hay maquinas de humo blanco y los ángeles usan palabras raras, armaduras transparentes, y no hay mandoble azul o negro en el cinto.

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