viernes, 20 de noviembre de 2009

UN BESO PARA DIOS




A la vieja porque cuando ora y mira al cielo cree.
Y al viejo porque cree cuando la mira a ella.


Las montañas: se levantan majestuosas como queriendo agarrar el cielo con las manos y lo mejor es que lo logran, lo acarician suavemente con la yema de sus cimas y en un segundo fisura con aire inquebrantable la paz de Dios. Así es el lugar, así es la vida. Primero un tango, después un rock; un silencio bien colado en la fila para no quedar de último, para alcanzar a amar aunque sea solo una vez.
¿Quién llego primero? No sé. Pudo haber sido mí abuelo o cualquiera, pues al fin y al cabo ya no importa por estas calles saber quien piso desnudo la yerba antes del cemento. Y sin embargo Pablo sabe que antes sí hubo amantes. Amantes que entregaban el alma en medio de pájaros y magia al lado de los ríos que llevaban peces cantores.
¡Que bien que todo este bien hoy! El vidrio, las ventanas: todo limpio. Encima; los recuerdos, y al frente la cama una mecedora que cuando se mece dice: ¡Ay carajo la vida!

¿Quién paro hoy el tiempo? Quién, si mi corazón late al ritmo de las rosas y el roció. Las cuatro y cuarenta. El reloj y la hora exacta para buscarte en mis memorias, en la ausencia de tus gritos. Como ayer. Como hoy, pero solo hasta que me canse de hablar en silencio y decida extraviarme entre la gente. Hay tres buses que sirven para viajar al jardín secreto de tu alma y ya perdí dos. Y usted señor lector no sabe pero mientras yo espero como arroz con huevo a la vez que escucho una salsa arrebatada. La salsa del ruido infernal de los carros, de los pensamientos. Afuera hay gente. En las librerías. En los bancos. Si me quedo dormido hoy y me despierto en diez años no creo que pueda ubicar en dónde estoy. Ni el lugar, ni los ojos enfrentados a un espejo. Y si es un espejo grande, de cuerpo entero, tal vez pueda ver la forma de mis sentimientos. Oscuro o claro; de alguna forma tenue. Blanco en el amor igual que tus manos desgarrando sueños. Inconcluso. Mejor un tinto bien cargado para dejar de creer en el destino. Incrédulo, ahora, a tu risa, a tu blanca piel.

Un instante en un papel, un olvido indescifrable. Tres gotas de agua en un jabón para lavar mi cuerpo del cansancio que produce la ciudad. Martín si alcanzo a ver los trenes. Al maquinista lo saludaba y de noche soñaba con sueños que olían a vapor y a hollín. Luego la lluvia. Inquietos los caballos sabiéndose inmortales sentían el sudor. La noche y el día, y la noche. Huevos pericos al desayuno. ¡Qué más gracia! Una pasión pasajera que ojala pase despacio y tenga aliento de mujer ardiente. No peligrosa. Suave como el agua al colarse entre los dedos. Despacio, bien despacio mientras me enamoro y busco otra. Ahora una canción y otra historia que contar. Tal vez de amor. Tal vez de más de dos. ¡Ojo y cuidado!, que a mamá leona también se la comió un tigre. Pero si usted me da un clavel esta noche me convierto en mago. En profecía. Y si la luna esta llena, y usted corre con suerte, también en lobo. Ojala con galletas, ojala con el viento a su favor. Sin tirar el pasado a pedazos si absoluto y vació esta el vaso.

La revolución va por dentro. Bendita imperfección que me hace y te hace humano. Igual que las manos delineando sombras. Hambrientas de pan y vino. De sangre y fe. ¡Cielo infinito! ¡Cantante de ilusiones! Albergue donde guardo mis más viejos miedos. Rincón del alma que se niega a perecer. Inmutable al cambio, a las tendencias. Paciencia que el sol no tarda en llegar. De costado o de frente, lo importante es que a tu vientre de luz. Sin rencores. Sin darle cabida al sentimiento que pudre el corazón. Sabor agridulce. Limón con sal sin aguardiente. Camino largo que me lleva al sendero de tu olvido. Ocaso sentado en una butaca. ¡Qué lindo y bello es el vuelo de los pájaros! El mar, y la sonrisa de una bella mujer. Escultor: ¿Cómo lo haces? Saca este dolor de mi pecho en forma de flor para que pueda sembrar magnolias de cariño con gotas de pasión. Olvido, yo siempre olvido. Fresco que ya no paso nada, o mejor, han pasado tantas cosas que todo da igual. Una señora paseando su ilusión en un coche con un poco de resignación. Antes hubo sueños rojos, hoy son verdes. Todo cambia. Sin ser mejor o peor: diferente. Vieja cuadra de juegos infantiles en donde aún el viento susurra picardía e inocencia. Ignorancia: para que más sabiduría. Oxigeno y oxidación. El bum bum de los tambores. Clase de poesía con Gadafi. Marlboro sin filtro viendo caer la ceniza al piso. Ritmo de gaitas. Abajo el telón para descansar de los actores. Función de martes a viernes. Entremés entre almuerzo y comida. Y yo vendo sueños a quien me los quiera comprar. No caros.

Y sabe, Martin jamás salió de esa traba. Pero peor Pablo que dijo que todo era mentira, que la vida era solo un juego de ruleta rusa, que nunca nadie había podido mejorar la naturaleza humana. Que todo era una vil mentira. Todo. Dijo, no nos acercamos a nada, solo vamos a la deriva dando vueltas en un barco, en un balón de mierda que esconde secretos, la olla a presión va por dentro, es como conocer mi miedo, el mismo tuyo, el de ambos, solo que ahora estamos juntos, juntos sintiendo frió, inflexibles a la muerte, descrestados con desdén por la lujuria, amasando caricaturas en la cama, haciendo el amor en las esquinas, donde sólo nos miran con hambre los perros, los ojos y las paredes se negaron a hablar, la locura se quedo en tu vientre, como de niños, ahora somos más animales que nunca, la verdad está cerca, la estamos acariciando, voy por dentro de tu alma y ahora sé que eres una perra y que yo soy un batracio, sé que te gusta verme detrás de la basura, arrastrado como ella, sin aliento pidiendo limosna, suplicando migajas al cielo, sobrepasando el limite cada vez que te desnudo, cada vez que te hago sentir que de racional no tienes nada, como si fueras una perdida, pero es mentira, todo es una mentira, para satisfacer tu ego te lo digo, todo vale nada, y esto otra mentira. ¡Qué tal! ¿Ah?

Claro, aun somos de barro. Pertenecemos al mar y a las lágrimas de quien nos desee amar. Al sol cuando derrite los pensamientos. Al calor del fuego cuando dobla el acero y cuando quiebra el sueño de los idealistas. Y al molde de la sociedad: gelatina. Carcajada. Puedo decir que no voy a estar, mentir, llorar y reír al mismo tiempo. Siempre voy a estar. En tu piel hay un lugar secreto que es mío, que no le pertenece a nadie por que nadie lo ha descubierto. ¿Sólo se ve lo que se puede ver? En el silencio… ¿Solo silencio? No. Silbatina y maracas. Desfile de soledades. Mascaras interminables que seducen, cortejan, y bailan. ¿Y sabe? A pesar de todo el delirio al final quedaron restos regados de antiguos guerreros. El reloj y la arena. Comienzos interminables que se fraguan cuando llega un nuevo adiós. Eternos ya por siempre. Como si fuéramos flan de queso esperando en la tienda, agujereados por las simples vicisitudes del destino. O como si sucediera que al final del camino no hubiera más opción que seguir caminando, cíclicamente. Porque créame que por aquí, uno tirado, al amparo de un libro, también pasa la historia.