Siempre he preferido una buena paja a una mujer inmóvil
Nunca mentiré si digo que la mujer es lo mejor del mundo
Jamás podré decir que he pensado en dejar de ser infiel
Pero la puta culpa me corrompe,
no hay nadie que no merezca ser desilusionado por mi en la cama
La poesía es la mierda que todos quieren hacer porque detestan el horror de la realidad
La música jamás podrá ser algo distinto a la mayor expresión del alma
La televisión es como soñar mientras duermes
No necesitas entender lo que pasa para que lo disfrutes
Un libro no es nada mejor que la peor mierda de alguien que ha vivido mejor que tu
O que por lo menos ha hecho peores cosas en su vida para seguir allí
Llorar nunca será tan difícil como cuando tu madre muera y sepas que no vale la pena
Llorar porque regrese o porque te puedas ir con ella
Cada vez que sienta el amor detrás habrá una perra delante que me hará olvidarlo
El ego es el mejor motor para la desgracia
Siempre que crea que algo este bien hecho es porque he olvidado hacer el resto
Nunca duraré tanto en algo como cuando pensé en meterme de lleno en ello
La muerte no es la única opción, es la mejor
Pero duele mucho llevarla a cabo
Nunca podré desconfiar tanto de alguien como para evitar amarlo
Escribir es tan fácil que el único problema que hay es tener un buen motivo para hacerlo
Por eso los mejores siempre han sido unos bastardos
El problema del mundo es querer entenderse
Nunca me preocupo por nadie, a menos que sea quien paga la cuenta de las cervezas
Jamás trataré de ser como Bukowski
Él fue cartero, yo apenas soy un periodista de medio tiempo.
miércoles, 29 de julio de 2009
Acerca de gustos
jueves, 23 de julio de 2009
LOS FARISEOS
-¡Él no fue!
- Vea joven, el tema de quién fue o no fue es asunto de la Policía, no suyo; así que agradezca más bien que pudo recuperar la billetera, en fechas como éstas la inseguridad se incrementa y para una próxima ocasión no correrá con la misma suerte. Ramírez, tómele los datos al joven que ya me voy.
-Como diga mi Capitán.
Mientras el Comándate se aleja de la oficina, el Teniente Ramírez, como le dicen acá, sin mirarme a la cara me pasa un formato para demanda: necesito que redacte los hechos y coloque su firma y cédula aquí (me indica con un esfero) aquí otra y por último otra aquí.
-Usted sabe que no fue él ¿verdad?, que el verdadero ladrón es otro.
El Sargento Ramírez, quien desde lo sucedido no me miraba a la cara, lo vuelve a hacer para decirme en voz baja: a la gente no le interesa quién es el culpable sino que haya uno y en este caso como en otros, se escoge el más conveniente. Termine ahí y márchese, en su casa lo deben estar esperando con jaiba o trucha (ríe), éste no es el mejor sitio para pasar un Viernes Santo. ¡Haber, haber cuál es el escándalo! Dice caminando hacia un par de putas que acaban de traer a la estación.
Antes de llenar el formato salgo a la puerta, prendo un cigarro (lo necesito), de una tienda que está al lado de la estación sale música, el televisor de la recepción tiene sintonizado el noticiero, allí se muestra el río de gente que ha asistido a las procesiones, viacrucis y cuanto evento religioso de los que por estos días se hacen en el país. Vuelco mi mirada hacía el formato para escribir lo sucedido, no me salen las palabras, sólo… recuerdo estar caminando por la diecinueve con séptima, o mejor dicho, tratando de salir de allí (tan sólo fui al centro para recoger con urgencia el portátil que me arregló un amigo) con la muchedumbre, los vendedores ambulantes, los curiosos “shows del rebusque” se me pasó el tiempo y me entretuve.
Una señora muy bien arreglada interrumpe mi recuerdo. Se acerca a la recepción “vengo por María José Vásquez Holguín” dice, mirando a los presentes como se mira una bacteria a través de un telescopio. Sin importarme dicha señora, me percato que en la tienda está sonando “Los fariseos” de Richie Ray y Bobby Cruz, aquella que en su coro dice: “que suelten a Barrabas, pedían los fariseos” no la escuchaba desde hace tiempo pero sé que la tengo en un CD de la Fania.
Sigo recordando. Ya en la Jiménez y antes de coger el Transmilenio, me acerqué a ver cantar tango a un hombre viejo que con mucho sentimiento, entretenía a los transeúntes. Mientras miraba el espectáculo, al otro lado y de frente a mí, un hombre descachalandrado, descuidado, abandonado ¡más no un gamín! me miraba. A mi derecha se encontraba una señora con más de cinco niños, a la izquierda una pareja de novios y detrás un hombre bien vestido con chaqueta café en gamuza (mi papá tuvo una así). Inquieto por la mirada de aquel sujeto me hice espacio en otro lugar; sin embargo ese hombre me seguía y seguía mirando, ya nervioso decidí irme de allí pero mientras caminaba para coger mi transporte el descachalandrado se me vino detrás. Caminé dos o tres cuadras, con tanta gente a lo mejor fueron menos, de la nada me salió a la esquina… ¡mierda me van a robar!, Pensé. La espalda me sudaba, las manos me temblaban, yo cogía con todas mis fuerzas el portátil, el hombre me arrinconó contra la pared, el tiempo se detuvo, escuché gritar: ¡ay lo van a robar!, ¡llamen a la policía!; pero nadie hizo nada, al contrario, esas mismas personas que gritaban, en cambio de ayudarme se hicieron a un lado.
El tipo me cogió el brazo a la fuerza, me abrió la mano y dijo: fresco mono que no le va a doler. Me dio mi billetera, -el mansito que tenía detrás, lo estaba chalequeando, yo pensaba que se las había pilla´o. Tome-. Terminó diciendo.
El corazón me volvió a latir, en ese instante no me salieron palabras para dar las gracias, segundos después (cosa extraña) llegó la policía. Y todos empezaron a inculpar a aquel hombre inocente: ¡llévenselo!, ¡es un ladrón!, ¡yo vi cuando le quitó la billetera!, ¡si yo también lo vi!, ¡pobre muchacho vea como quedó!, ¡llévenselo!...sólo hasta ahora, ni siquiera cuando se lo llevaron en la patrulla y aún cuando ya había explicado que él no me había robado, que por el contrario me había ayudado… caigo en cuenta de la actitud de la gente, son unos ¡FARISEOS!. -¿Perdón?,- me pregunta un policía,- fariseos, los fariseos es el nombre de la canción que aún está sonando.
El Teniente Ramírez sale de su oficina para informarle a la señora de estrato veinte, que es la última vez que sus influencias van a servir para impedir la entrega al Bienestar Familiar de su hija, de dieciséis años que se prostituye plácidamente por las calles no del norte sino del centro de la ciudad.
–Y usted ya acabó- pregunta dirigiéndose a mí.
-Si ya acabe- contesto, entregando el formato
“Él no fue” lee el comandante. – ¿Está seguro de lo que hace?
-Si- le respondo.
Dos horas más tarde y al mismo tiempo en que sale la hija puta de la familia “Riky Ricon” me acerco para agradecerle a aquel hombre quién sin rencor o rabia alguna me contesta: Siempre los justos pagarán por los pecadores. Recuerdo, entonces, que aún es Viernes Santo.
viernes, 17 de julio de 2009
Tú Olor
Hoy me di cuenta que tu olor se impregnó en mi,
pensé otra cosa, pero es el aroma que sale de tu piel,
como el químico que se introduce en las aberturas de los poros que desprende los pétalos de las gardenias.
Rugió tu aroma en mí como la sangre hervida de una bestia atrapando a su presa,
como el preso tuyo que soy,
como la depredadora sonriente que eres, te quiero pendeja.
Y sí, tu olor se impregnó en mí.
Aquí te huelo en la oficina,
y allá también en el autobús,
como un olor irresistible que desgarra los órganos por dentro desangrándolos.
Te he olido y arde como la espina y cura como un té un café o un cigarrillo,
y desespera como cuando no me quieres,
como cuando nunca me quieres,
y corre como la gacela dentro de mis fosas nasales, y enloquece mi pensamiento,
como cuando te pienso,
como cuando te sueño,
con un beso infantil y deseado,
como cuando te quiero,
como cuando siempre te quiero.
Y se volvió en un aroma irresistible,
como las olas,
como las fresas con crema,
como el capuchino espumoso,
y tu aroma me incita a buscarte y decirte que te quiero,
como se aman los enemigos,
como se odian los amantes.
Y ahora estás más conmigo
con tu vestimenta pueril,
con tu cuerpo y tu sonrisa y tus ojos que me amenazan a quererte.
Ahora te he olido a ángel.
martes, 14 de julio de 2009
Balada al ritmo de swing
Un dos tres… Dejo todo atrás, nada permanece en mí, no hay vida interior; sigo caminando adelante, corro, vuelo, soy casi fugaz... Voy rápido, veloz hacia la desembocadura de la vida. El último amor sucede y se desvanece de la noche a la mañana, y no soy yo quien reclama olvidarlo. Es el mismo amor y su urgencia quien declara que en la vida cada vez hay menos – espacio/tiempo – para hacer el amor. Puedo sentirlo. El goteo del tiempo como un suero intravenoso conectado a mí organismo. Acelero, esquivo al hombre rendido; descalabrado yace ante mí con ojos arrancados.
Ella… me quedan sus palabras, suspiros tenues en la noche, y ni un ronquido que delate imperfección. Más nada es perfecto, solo se adecua al precipicio que marca la calle. ¿Hace frío o calor? No, ni tiempo para pensar. Tomo la ducha me rasuro desayuno como ceno me acuesto y me vuelvo a despertar mil veces pero… ¿dónde? Tampoco hay espacio para las interrogantes y sí un latido frenético apresurado por una drogadicción dolorosa de cocaína en alza liberal.
Un dos tres… me proyecto. Mis brazos son garfios que se enganchan a las ranuras de los quicios; camino como un ser letal, abro ascensores y asciendo a rascacielos de alturas desmesuradas sin olor ni personalidad. Asisto a reuniones Yet Set: caviar congelado, salmón de criadero, una copa light y “speed” son sus nuevos eslogan. Es la vida a límite, la vida de aquel quien gusta deleitarse y ensalzarse al ritmo desgarrador que pide la humanidad. El Euro y el yuan pisan fuerte ¿dónde está el dólar? sino es bajo la alfombra de un viejo Salón del Oeste. Irak danza al ritmo de las armas y en Afganistán se crían las amapolas más bellas y mortíferas que nunca se vieron…
Ella… me quedan sus palabras ¿a qué idioma las traduzco? si nunca hablamos el mismo. Es lo malo de este mundo, anhelas vivir bien y el vecino lo hace por ti, deseas reír y te sientes demasiado imbécil como para hacerlo, para llorar siempre hay tiempo, para entenderse ninguno y para amar… ¿cuándo? Si ya lo hiciste ¿no? O nunca fue así…