jueves, 26 de noviembre de 2009

Regreso



Es como querer volver sin saber muy bien a dónde; algo en la periferia del ojo, que desaparece cuando uno trata de enfocarlo. Angelo viene de regreso.

Debe ser que estoy pensando mucho en el regreso, de tanto leer una y otra vez el mismo cuento de González para diseccionarlo. El caso es que sí, retorno a lo que podría llamar una especie de normalidad: J y G en pareja y yo, únicas amistades; bares, cocteles, chicas, besos, baile, resaca. Soledad, otra vez, nada de grupos, lupas, borrachos, géneros, diversidad sexual, nada de nada. Televisión, pasta de almuerzo todos los días, siestas largas. Y ahora corregir más textos.   
Volver a atrás. Espantoso, pero tranquilizador. ¿Retornos saludables? Pizza, películas, cama y música.
Finalmente siempre es lo fugaz, lo inestable, lo temporal. Ráfagas de intensidad que se apagan para mí, dejando una suerte de ironía, una risilla frente al recuerdo. Es muy poco lo que dura, y por eso, muy poco a lo que se vuelve. No se tejen lazos reales, ni se construyen verdaderas relaciones. Nunca buscar a nadie. Desvanecerse en el pasado como un acontecimiento muy puntual, un performance, pero sin contenido, sin vinculación. Un performance fallido.  
Duran los libros, los dolores, la incomodidad, pero no lo humano.