lunes, 24 de agosto de 2009

Amores de Papel y Tinta.

Primera hora de una mañana de Agosto. Comprueba una vez más el día y la hora en Internet. Corta las etiquetas del vestido y se lo pone, luego calza las sandalias doradas, y entra en el baño. Corrector de ojeras, maquillaje suave, dos brochazos de melocotón en los pómulos, lápiz gris ribeteando los ojos, dos pinceladas azules en los párpados, perfilador morado, barra lila en los labios, y dos nubes de perfume en el pulso de las muñecas. Sale del aseo y se dirige a la estantería de la salita, recorre con la yema del dedo índice los lomos de los libros alineados, saca uno, lo guarda en el bolso y abandona el apartamento.

Avanza por la calle principal repitiendo en su cabeza los tres dígitos. El camino se bifurca, coge el de la derecha. Siente su cuerpo como un corazón bombeando fuerte, dos piernas temblando y unas manos empapadas en sudor. Se acerca a la caseta, saca el libro y se lo ofrece. Él levanta la tapa, comenta el cariño que le tiene a esa novela, pregunta su nombre y garabatea una dedicatoria. Al devolvérselo, la mira, la reconoce en sus ojos y le pregunta: “¿Te conozco?” Años acudiendo a su cita, libros y dedicatorias repetidas, aguardando la ocasión para decirle que ama el calor de sus palabras encerradas en el papel, y ahora las palabras se le niegan. Tira del libro y mueve la cabeza de izquierda a derecha. Lamenta su cobardía mientras se aleja.



martes, 11 de agosto de 2009

Cobardía

Esto cada vez se pone peor, las letras no fluyen como lo hacían antes, ni siquiera las sensaciones de ansiedad que me provocaban el saber que el blog andaba abandonado; escribir no es tan fácil cuando decides comportarte como es debido.

Llevo mucho tiempo sin pegarme una sacudida como debe ser, otro tanto sin perder la conciencia en un bar; nunca me he dado golpes con alguien, excepto una vez en el colegio en la que terminé con un brazo dislocado y el recuerdo que sirve de burla constante cada que alguien me provoca a pelear.

El cambio es inevitable, las cosas vienen de forma que siempre parecen ser las peores. Trato de ver el vaso medio lleno, pero parece que constantemente hay alguien que le quita un poquito más para desocuparlo rápidamente.

Quiero irme a tomar un Mokaccino, revolcarme en un motel barato con tres prostitutas y emborracharme mientras hago el amor con Ella.

Quiero manejar muy rápido, chocar el auto contra otro y luego coger a golpes al hijueputa que se atraviese en frente.

Quiero dejar de escribir y decidirme a hacer un tipo corriente, pendiente del fútbol, las telenovelas y el baloto.

Pero soy un cobarde.