jueves, 18 de junio de 2009

¡Se buscan locos!

-En este mundo lleno de delirio, lleno de luces de colores y hamsters bailarines hay un punto muerto donde se marca el límite entre la locura y la imaginación, me gusta pasear en esa cuerda floja cuando escribo, imaginar que soy un fantasma.- dije bastante emocionado, con las manos algo tensas y los párpados tan alzados que arrugaban mi frente.
-Hmm... ¿Escribe sátiras de otros poetas? - le preguntó el entrevistador, buscando la lista de preguntas prediseñadas para hallar a todo un artistas.
-No, no escribo erotismo... y si lo hiciera no serían tan vagas mis historias como lo son las de Roquelaure- me crucé de brazos, algo ofendido por aquella pregunta, pero bien sabía que ese gesto era para dar algo de seriedad a la absurda situación.
-¿Sabe usted que las sátiras son burlas de algo ya... existente? - resopló negando y haciendo una marca sobre otra hoja que tenia sobre la carpeta.
-Pensé que hablaba de nuestro amigo el sátiro, él sí disfrutaba del erotismo... entonces, si la sátira es un escrito en burla de otra cosa ya escrita, la satiriasis sería una parafilia, o... perdón, una enfermedad o manía que hace burla a las otras neurosis, manías, lo que sea... trastorno mental.- entorné los ojos mirando la carpeta y moviendo los pies algo incómodo. Tosí suavemente, como quién quisiera ayudar a su inteligente observación...-Entonces la ninfomanía nada tiene que ver con la adicción feminista al sexo, sino que sería una manía por la belleza de una ninfa.-
-A ver... señor, no nos confundamos, puede que tengan las mismas raíces, pero no el mismo significado, es un asunto de connotación y denotación- gruñó algo impaciente, alzando la vista al reloj rectangular sobre el marco de la puerta, faltaban solo 10 minutos para almorzar y ya había entrevistado a neuróticos y paranoicos, esquizofrénicos y maniacos su paciencia pronto colapsaría.
-Entonces no tengo más que decir, su blah blah me aburre y no estoy con ganas de soportar sus ñañarerías, me enfurruñé con usted- Abandoné el salón con mi bufanda enrollada y mi gabardina llena de botones y colores, alzando la vista orgulloso, jamás escribiría para tal libro.
Entonces todo se tornó muy oscuro, y luego de un blanco tan insoportable cuando abrí nuevamente los ojos, sentí que me abrazaban, pero no podía separar los brazos de mí torso debido a una extraña tela, mientras escuchaba:
- ¿El loco sueña con sus entrevistas otra vez?
-Sí, esta vez parece que rechazó un importante puesto en un libro de erotismo.--La vez pasada era una burla del necronomicón, como siguen las cosas, jamás volverá a salir de nuestro " asilo de gente feliz"
Y todo volvió a tornarse gris, luego negro y me dormí nuevamente, encontrándome de frente nuevamente con ese tipo de nariz aguileña y cabello verde, tan encorvado que su nariz movía las páginas de la carpeta.

viernes, 5 de junio de 2009

¡Veintiocho Años! Con el Tiempo se Quita…

Para este siete de junio espero los besos clandestinos, cargados de saliva dulce y de mordiscos dulcísimos o tal vez las caricias entre pecho y espalda, y sobre todo si me las hace una mujer a la que no conozco.


Veintiocho años en que siempre descubro que el mejor antídoto para mitigar la extraña vejez que se me arrincona es tapar un par de canas junto con la actitud berrinchuda que cargo como si fuera un cubo indescifrable y lleno de muchas inseguridades para malear el soplo de la soledad. ¡Si señores!, me llego el momento de destapar insípidas melancolías que se mixturan por cigarrillos y tertulias exploradas por amores furtivos.

Hoy más que nunca me siento totalmente ¡solo!, nunca me he sentido tan melancólico como hoy, será por lo pretencioso del clima que agarra una frio en capsulado por peleas telefónicas y miradas dantescas que desfilan por corrientes de lluvias y paraguas de colores maliciosos. Si tan solo pudiera abrazar a majo y decirle que me muero por pasar el resto de mi vida con ella que voláramos a terminar una historia de simpatica amistad para darle al juego de la ruleta rusa la ficha perfecta que cambiara nuestras vidas en Buenos Aires.

Mi vida quedó partida en dos vidas. Puedo hablarles de los años en los cuales la vejez era algo que les pasaba a otros. Había tiempo para todo: para planificar, para esperar sin prisa el paso del tiempo.

La vida era mía, me llamaba, me guiñaba el ojo y me invitaba a beberla de a sorbos hasta ahogarme en ella. Pasaron los años y ya no me fue teniendo tan en cuenta, me fue dejando solo, en compañía de mis dolores de huesos (y otras yerbas...) que sólo me recordaban que la vida iba quedándome más lejana y la soledad de la vejez se acercaba irremediablemente. Ya todo me era esquivo, los colores del día se iban tornando grises para transformarlo en una noche sin fin. Mi piel se iba convirtiendo en un pergamino en donde podía verse claramente todas mis vivencias, mi cabello se platinaba con la misma velocidad que iba cayendo, mis manos no tenían la fuerza y la firmeza con las que tomé a mis libros por primera vez.

Y aquí estoy ahora, no puedo moverme de esta cama. Miro a través de la ventana, veo pasar la vida coqueteando con otras personas, se olvidó que estoy aquí, se olvidó que la necesito más que antes, se olvido que era mía…

Es hora de mi píldora para dormir, a lo mejor el sueño me traiga imágenes que ya no recuerdo; correrle carreras a las olas, bailar un rock con ella, hacerle el amor... aunque sea en sueños quiero sentirme un poco más vivo que hoy.