jueves, 15 de octubre de 2009

Básicos y Mentirosos



A diario me siento en la misma mesa, la mesera viene, trae el mismo café de todos los días, me sonríe y pienso que quizás ella me daría el beso que me hace falta, desisto con facilidad de la idea, cuando miro sus caderas y sé que no tendría nunca un hijo con ella. Ayer vi una película, fui a cine, una sala bastante estrecha. Un hombre le recuerda a una mujer, con problemas para ver la realidad, que su hombre ideal no existe. Ella ha hecho una lista de diez puntos, con los que mide a los hombres, extrañamente, nunca nadie los cumple todos. El hombre (el recordador), quien es casi un dios en asuntos de relaciones, le ayuda a conseguir un tipo que se acerca lo suficiente a lo que ella busca. Al final, el recordador y la ciega de realidades terminan juntos, besándose en un globo. Nada sorprendente para una película de Hollywood. Sin embargo, me recordó lo básicos que somos los hombres, o mejor, lo complicadas que son las mujeres.

Siempre pensamos en sexo, dicen ellas, y los hombres (algunos) nos esforzamos por hacerles creer que no, pero llegado el momento, todos sabemos que es cierto. Lo descubrí, tristemente (siempre me esforcé por ser distinto), cuando giré la cabeza y vi a mi acompañante con un generoso escote y sólo pude pensar en las ganas que tenía de metérmelas en la boca. Pero, las mujeres no se quedan atrás, siempre buscando algo que no existe. Encuentran alguien que cumple con las parrafadas que siempre abanderan como requisitos de todo hombre (que sea tierno, detallista, caballero, que me escuche, que no me deje sola… el físico no importa) y lo dejan por otro que dice lo mismo que todos, pero con aires de renovación, repintando los mismos pajaritos que le pintó el primero de los primeros. Ningún hombre necesita esforzarse, sabe que diciendo lo mismo consigue más que siendo original. Sin ánimo de adoptar una posición, considero que los hombres son más sinceros, todas las mujeres saben (así unas se hagan las mensas) que tanto café y cine siempre tienen una intención, un hombre mira, por delante y por detrás, con la lascivia en alto. Pero, las mujeres siempre siguen tapándose en el solapo que les da la sociedad.

Yo aún no aprendo cómo es que se repintan los pájaros y sigo pensado en que me hace falta un beso, aunque no sé bien de quién. De cualquiera, diría, no importa el físico, diría, desde que el beso que me dé sea con amor, todo vale; siempre me he entendido más con las mujeres, aún cuando no entiendo porqué aparentan tanto. Todas son iguales y todos somos iguales… básicos y mentirosos.